
El sol ya se asomaba a la ventana iluminando toda la habitación, el teléfono me reclamaba impacientemente, y yo solo quería perderme entre las sábanas, huir de todo, solo por un día, solo ese día...encontré una caricia, un cálido gesto entre todo aquel caos, la suavidad de sus manos recorrió el contorno de mi rostro, en un vago intento de consolarme. Ninguno de los dos había olvidado que día era hoy.
- Por fin despiertas- susurró.
Emití un gruñido a modo de respuesta, entreabrí los ojos y la luz dañó bruscamente mis pupilas.
Emití un gruñido a modo de respuesta, entreabrí los ojos y la luz dañó bruscamente mis pupilas.
Pestañeé con fuerza y al fin le vi, tumbado frente a mi, me miraba con dulzura y curiosidad.
-Coge el teléfono, anda- supliqué, él besó mi frente y se levantó de un brinco.
¿Cómo podía tener tanta energía, tanto entusiasmo? A mi me costaba incluso respirar.
¿Cómo podía tener tanta energía, tanto entusiasmo? A mi me costaba incluso respirar.
Hoy llevo un año sin escuchar su voz, su risa, sus represalias, la echaba tanto de menos... ambos la echábamos de menos. Y pensar que nunca más volveré a escucharla no ayudaba.
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