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sábado, 24 de marzo de 2012

El sol ciega.

Sales a la orilla, con la cara empapada, después de todo, ni tú misma quieres estar contigo. Con la respiración acelerada, tratando de volver a un ritmo normal, solo queda sentarse, observar todo lo que has hecho mal, todo lo que ya no puedes arreglar, heridas que has abierto y lárgrimas provocadas que se van multiplicando.
El calor del sol calma.
Mirarás desde aquí el curso natural de las cosas, quizá tengas suerte, quizá pierdas cosas irremplazables o directamente lo pierdas todo.

Los recuerdos se cruzan, nublan el presente y dificultan el futuro.


Tú quizás aún no lo sepas, pero me has salvado la vida.


Tienes que saber algo.
Soy insensible, poco cariñosa, con una escasa capacidad empática, nada detallista, poco sociable, poco dispuesta a integrarme, desconfiada, orgullosa, cabezota,... egoísta, individualista, con miedo al compromiso, maniática, con mal genio, histérica..

Pero también tienes que saber que no me rindo facilmente.

Decir que no a los miedos.

Y es que en el fondo, la vida es eso, la vida es respirar. Y ahora llegas tú y me dejas sin aliento.

viernes, 16 de marzo de 2012

Volver a empezar.

Llorar y gritar hasta enrojecer, que el estallido de lo que sientes recubra toda la habitación.

Cuando te empeñas en guardar bajo llave todas y cada uno de las sensaciones, se van acumulando, y llega un momento, que necesitas romper con todo, demostrarte a ti misma que hay una pizca de verdad en esos sentimientos.



Es liberarlos todos y cada uno de ellos, escupirlos, gritar, llorar, reír, golpearlo todo hasta que un pitido intermitente en tu cabeza te diga que empiezas a rozar la locura.



Y cuando vuelves a mirar, ves todos los estragos que has provocado, que has hecho daño a personas que querías y has acabado por perder el control.

Si cruzas una raya y no pasa nada, la raya deja de tener significado, puedes trazar la raya más y más lejos y seguir cruzándola una y otra vez, supongo que es así como algunas personas acaban por salirse del mundo, es sorprendente lo fácil que resulta escapar de la órbita normal. Ya nadie puede alcanzarte, lo has perdido todo.

Tampoco queda nada por lo que sonreir, ni por lo que vivir, ni por lo que respirar.
Por que en el fondo la vida es eso, respirar.



Y poco a poco las cosas se van recomponiendo solas, una a una, curando cada cicatriz del corazón...

Para ser sinceros prefiero mil mentiras que escuchar que no me quieres.