Dicen que soy idéntica a ti.
Que soy incapaz de dormir con la puerta abierta, que odio la oscuridad, que detesto la rutina y tengo miedo a los cambios, que tengo mal genio, que aparento frialdad y que por mucho que me esconda cuando son las sonrisas, cuando el dolor aparece para quedarse, aprieto los dientes y sonrio sacando por delante a quien haga falta. Que por mucho que lo neguemos, creemos que todo es posible.
Dicen que aprendí de ti a sostener las cosas cuando van mal, a mirar al enemigo a la cara y a llorar de rabia.
Dicen que tú me enseñaste a dejar de sobrevivir y aprender a vivir.
También dicen que odiabas mi nombre, que yo era la niña de tus ojos, el motivo de tu sonrisa, y que me querías más que a nadie en el mundo. Que se te iluminaba la mirada cuando yo me reía, que adorabas mirarme cuando estaba dormida y que hubieras hecho cualquier cosa por mi.
Me cuentan que solo comía aquellas cosas que detestaba si me las dabas tú y que cada vez que hacía algo iba corriendo a enseñartelo.
¿Sabes qué digo yo?
Que odio saber solo lo que me cuentan y lo que dicen por ahí. Y también odio recordar solamente un jersey verde ¿puede haber algo más estúpido?
Verde, verde oscuro.
Odio preguntarme como serían las cosas si estuvieras conmigo. Odio saber que hubieran sido perfectas, y que no querría comprobarlo por tener a la gente que tengo en mi vida.
No hay un siempre más sincero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario